Nunca como en estos momentos han estado al alcance de nuestras manos tantas herramientas de realización personal. Terapias naturales para el cuerpo y la mente, ofertas de cursos y seminarios de autorrealización, publicaciones de todo tipo y hasta ofertas milagrosas que prometen arreglarnos la vida en dos días proliferan por doquier. Pero, como nos explica el autor de este artículo, lo más importante depende sólo de nosotros mismos y de dos conceptos esenciales: el compromiso y el amor.
Desde hace ya unos cuantos años se viene desarrollando el movimiento llamado "Nueva Era": el mundo de lo alternativo, la nueva medicina holística, el mundo de las energías. Es evidente que se ha desarrollado una nueva actitud, una nueva conciencia y también un nuevo mercado. Los jóvenes han nacido y han crecido ya en este contexto.
Este movimiento constituye un aspecto de la realidad del mundo de nuestros días. Cualquier persona sabe que tiene la opción de realizarse y de acceder a una vida plena, a una vida de verdad que corresponda a su naturaleza y a su ser. Un abultado número de técnicas y herramientas para el desarrollo personal se encuentran al alcance de la mano si alguien toma la decisión de vivir al máximo de sus posibilidades, de disfrutar por ello y de dar de sí mismo y ofrecer lo mejor.
Todas estas técnicas forman parte del mercado, de la dimensión comercial, podríamos decir, de esta época de apertura de conciencias. Esos nuevos servicios ofrecen muchas posibilidades, pero presentan también un aspecto negativo: han generado una barrera a la obtención de lo que constituye su objetivo principal. Esta barrera se forma en base a la repetición -inevitable- del modelo de sociedad donde se despliega toda esta gran oferta. Se produce una dinámica de participación superficial que no se dirige a la esencia y el fondo de estas técnicas.
Hay toda una parafernalia, una imagen, unas formas de "buena onda", de buenas vibraciones, un look que no llega a lo importante. No se produce el cambio deseable al que verdaderamente se apunta. Se habla de ecología, pero no se vive ecológicamente. Se habla de energética, pero no se practican las técnicas con regularidad ni se integran en la vida cotidiana. Utilizamos la medicina natural, biológica, como si se tratara de alopática: aplicación de remedios "naturales" para todo tipo de dolencias, pero sin modificar las formas de vida. Queremos un remedio rápido y a la medida de la necesidad percibida en el momento. Lo que se obtiene es una imagen de uno mismo como partícipe de una nueva moda, "conocedor" o "experto" que habla del "karma", de las "energías" o de las "buenas vibraciones".
No basta con escuchar algunas conferencias, asistir a un par de talleres de fin de semana o ir tres meses a clases de yoga, pongamos por caso, para hacer un recorrido transformador. Hay que comprometerse, hacer un trayecto lo suficientemente profundo -por lo general inevitablemente largo- para comenzar a tener criterio y para ver de qué va la cosa. En el furor de la competencia de mercado aparecen cada vez más ofertas de soluciones plenas, tanto personales como para toda la humanidad, de carácter "holístico": en unas pocas sesiones, la plenitud de tu ser quedará arreglada. Cuerpo, emociones, mente y espíritu se armonizarán de golpe. Un par de fines de semana intensivos, unos buenos masajes, una experiencia catártica de desbloqueo emocional y ¡he aquí la luz! A partir de ahí incluso se pueden organizar terapias para iluminar a los otros.
La verdad está ahí mismo, ni tan siquiera a un paso. El tiempo necesario para recorrer esa distancia es inestimable. El recorrido para llegar hasta nosotros mismos es difícil de adivinar y la distancia a la que estamos de aquí mismo es incalculable.
Es bueno conocer distintas filosofías, técnicas y puntos de vista, pero hay que recorrer los caminos. Se está repitiendo una situación terrible: hay personas que buscan este mundo de lo alternativo y, sin quererlo, dan vueltas y vueltas alrededor de escuelas, tiendas, revistas, profesionales de la medicina alternativa, durante años y años sin dar un paso adelante. Pueden dar cuenta de un número importante de referencias, de lugares, técnicas y maestros, hablar del karma y de lo humano y lo divino. Dan testimonio y confirman que hay una luz. Pero llevan años sin desplazarse un ápice hacia sí mismos, que es el único sentido que alumbra esa luz.
Comprometerse. Se trata de un compromiso consigo mismo, de ir hasta el fondo, de ser consecuente. Hay que mojarse el culo para coger peces; no se trata de ir saltando de roca en roca viendo la cantidad de peces que efectivamente hay.
Cada uno tiene su momento y necesita su tiempo. Pero hay que dar un paso, y luego el siguiente, y el siguiente. Hay que ponerse y estar a lo que se está. Después de un tiempo se tiene perspectiva y se ve mejor. Pero primero debemos avanzar. Si se elige un sendero, hay que llevarlo hasta el final, a menos que veamos claramente que nos hemos equivocado. Empezar infinidad de caminos no conduce a ninguna parte. Y hay que recorrer el camino completo para comprobar que no había otro sitio a donde ir y que hay que regresar a casa.
Como todo el mundo sabe, o mejor, como cualquiera puede decir, no se trata de otra cosa más que del amor. En realidad, siempre hablamos de lo mismo. El amor fluye, se da y se recibe. No tenemos acceso a él cuando estamos bloqueados, cuando no fluimos.